martes, 14 de septiembre de 2010

La Prevención, ¿una ilusa ilusión,… ilusionista?

Una reflexión redactada y amablemente compartida por,
D. Manuel Bestratén
Ingeniero Industrial
Centro Nacional de Condiciones de Trabajo del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, (INSHT) de España


En primer lugar quiero felicitar a mis amigos que han puesto en marcha este blog en el que poder intercambiar ideas y experiencias. Con mis mejores deseos, ahí va este primer artículo que me invitan a escribir sobre la ilusión en Prevención. Lo escribo rodeado de mis naranjos que dentro de tres meses me regalarán su rico fruto y que me acompañará hasta abril, en que volverán a florecer. Ahora son del tamaño de una pelota de ping pong y de un color verde brillante. Esperaré pacientemente la maduración, pero no dejaré de darles periódicamente nutrientes de mi fosa séptica, de regarlos, y de poco más. No uso tratamientos químicos comerciales; bueno, expulso a las plagas con un agua jabonosa que me formulo. Se la podré contar confidencialmente si realmente les interesa. Todo requiere de sus estrategias.

Hace ya unos años, cuando estaba en un funeral me encontré a un amigo prevencionista, que había dejado la profesión y que ahora estaba dedicado al mundo de la política y de los negocios. Al comentarle mis últimas experiencias profesionales, me dijo: …Manel, .es que eres incombustible! He de reconocer que por el tono de voz en que me lo dijo, me pareció que consideraba que mi ilusión por la prevención era algo más bien propio de ilusos. Mi esposa y mis amigos de confianza me hicieron recuperar de lo que creía casi un insulto para convertirlo en un piropo; porque en el fondo, todos sabemos que incombustible es la máxima resistencia de un producto ante el fuego, ¿no? Y es que en esta vida hay que estar muy bien preparado para resistir todas las adversidades con las que hemos de enfrentarnos. Y en nuestro caso, nada más y menos que la de crear cultura preventiva, cuando ésta, en general no existe. Y lo que está claro, por competentes que seamos, dioses no somos y el don de la creación no nos ha sido en principio dado.

Pero hemos de reconocer, que aprender a sortear las dificultades y poner nuestro ingenio al servicio de las personas para mejorar las organizaciones con lugares de trabajo más saludables y eficientes, y la satisfacción compartida de los logros alcanzados, tiene algo más que encanto. Nos despierta las motivaciones más profundas, aquellas que dan trascendencia y sentido a nuestras vidas. Porque, ¿puede haber algo más hermoso que trabajar para que otros trabajen y vivan mejor? Bueno, bastantes podrán pensar que ahora sí que soy un iluso, ya que en esta sociedad occidental se han empeñado en convencernos que hay que separar el trabajo y el ocio, y es en este último, donde parece ser que se ha de encontrar el placer, y por supuesto, consumiendo. ¡Cuan craso error! Aunque sean mayoría absoluta los que realmente en este mundo injusto trabajan en condiciones indignas para mal vivir, el trabajo puede y debería ser fuente, no sólo de desarrollo personal, sino también de diversión y placer. Ahí está el reto de los profesionales de la prevención que nos sentimos comprometidos; fortalecidos de nuestros fracasos y de nuestros éxitos, y también de los de los otros –por modestos que sean unos u otros-; y sobre todo, ilusionados por seguir creyendo que con las estrategias adecuadas, habilidades, y la cooperación de profesionales de otras disciplinas afines podemos y sabemos como cambiar las organizaciones que quieran acompañarnos en nuestro empeño.

¿Y es que sin convicción e ilusión se puede cambiar algo en la vida que afecte a los demás? Amigos, si no generamos emociones con un proyecto ilusionado y compartido que entre por los ojos, no hay cambio posible, ni en nuestras vidas ni en la vida de quienes convivan con nosotros, sea en casa o en el trabajo. Tampoco se trata de convertirnos en ilusionistas, decepcionaríamos pronto.

Suelo decir que los buenos prevencionistas tenemos muchos adjetivos que empiezan por P. Somos Profesionales, para estar continuamente aprendiendo; Precavidos, Prudentes, Pacientes y Perseverantes, para perseguir nuestros objetivos sin desfallecer, sabiendo esperar que la fruta madure a su tiempo, no antes, por más que reguemos, pero eso sí, sin dejar de hacerlo; Pragmáticos, basándonos más en la acción y en los hechos que en las palabras; Proactivos, anticipándonos a los acontecimientos exitosos para que cuando lleguen, nosotros seamos parte de ellos. Les invito a seguir buscando adjetivos con P para hacerlos nuestros y los compartimos. Pero hay dos P que me parecen esenciales, la de ser Positivos, ya que los pesimistas y negativos no cambian nada y la de ser Pasionales en todo lo que hagamos, pues las emociones son las que realmente movilizan a las personas. Eso sí, cuidándonos la salud, sin agotarnos por el camino, ya que este puede ser arduo y largo; pero también les diré que hay atajos y sendas alternativas. Algo que escribió Antoine de Saint-Exupery para reflexionar dice: “El mundo entero se aparta cuando ve pasar a una persona que sabe adónde va”. Si me permiten añadiría ¿y es que nuestros fines no son suficiente nobles y necesarios en un mundo que los reclama a voces?

Queridos lectores, los vientos siguen siendo favorables, a pesar de las vicisitudes que nos embargan, como la profunda crisis económica internacional en la que estamos inmersos, debida a una falta de prevención. Pero también nos da pistas claras de nuestros errores y del horizonte que ha de guiar a las empresas para que pervivan. Es imprescindible construir un nuevo modelo de producción en el que los trabajadores dejen de ser un recurso para convertirse en claro objetivo empresarial. Son muchas las empresas que ya andan en esta dirección.

Antes, solo nos escuchaban los trabajadores, que nos remitían con razón a que habláramos con sus jefes. Ahora son también los empresarios con valores los que nos escuchan, e intuyen que podemos serles útiles. Ayudémosles a que lo descubran. En este proceso de descubrimiento que cuido que se produzca en las organizaciones a mi alcance, y en el que suelo hablar poco de obligaciones reglamentarias y más de indicadores empresariales de eficacia, utilizo y recomiendo el Modelo de Excelencia empresarial EFQM, que nos permite conocer la cultura de empresa en la que nos encontramos. Pues bien, este Modelo de evaluación de la Excelencia en términos de sostenibilidad empresarial, en su profunda revisión de este año 2010 ha incorporado de manera transversal y con especial énfasis la prevención de riesgos laborales y la atención a las personas y sus condiciones de trabajo.

Tal Modelo de aplicación universal nos debe ayudar enormemente a diagnosticar dónde estamos, a marcar juntos un futuro, y a medir el éxito del proceso de cambio con nuestro aporte preventivo. Creo que habríamos de celebrarlo.

Ah! Y perdonen el juego de palabras del título. No somos ni ilusos ni ilusionistas, simplemente somos prevencionistas ilusionados, aunque muchos todavía no sepan muy bien a lo que nos dedicamos.