En el último tiempo la palabra "felicidad" ha devenido en un conjunto de usos, de los cuales el medio empresarial no ha estado ajeno. No es la única expresión de uso habitual, positivo y simpático que sigue el mismo camino para acceder a las organizaciones. Por ejemplo, algunos administradores siguen creyendo que realizar supuestas reuniones o actividades al aire libre, (outdoor) les denominan, podría tener efectos beneficiosos sobre el trabajo en equipo o sobre la "motivación" (una palabra excesivamente manoseada y de casi inútil definición en el medio cientifico actualmente).
Otros, más imaginativos aún, contratan a comediantes, payasos o humoristas para dictar charlas en las empresas sobre, otra vez, la motivación para el trabajo. También hay quienes, llevados por entusiasmo merecedor de mejores propósitos, participan de la idea que una atractiva obra de teatro podría motivar a la gente a vender más o a comportarse en forma segura y evitar accidentes.
Como suele decirse hay dos noticias al respecto: una mala y otra buena. La mala noticia es que ninguna de estas acciones resiste un análisis serio, puede ser evaluada en resultados o logra algún tipo de cambio conductual. Mas claramente, no hay ningún estudio que respalde la idea, que un grupo de oficinistas tirando de la cuerda, o haciendo rafting trabajará mejor como equipo, el lunes de la semana siguiente. Hace muchos años que estas prácticas se abandononaron por sus creadores. Una cosa es que las personas se lo pasen bien en un paseo campestre, a lo cual nadie puede oponerse y otra cosa es el trabajo. De alli que resulta sorprendente que alguna entidad oficial contribuya al financiamiento de estas excursiones como si éstas fuesen de verdad, capacitación o formación.
Siguiendo con las malas noticias, tampoco hay indicios o datos que respalden que un humorista sea capaz de motivar a nadie en la empresa. Sus honorarios estan aproximadamente alrededor de 8.500 dólares estadounidenses, pero nadie evalúa el supuesto ROI de estas actividades.
De nuevo, que la gente se lo pase bien es una cosa. Que se "motiven" por ello es algo muy distinto y otra vez aqui, como en el teatro de la capacitacion o formación, es lamentable decirlo pero no hay datos, no hay información alguna que permita afirmar que estas actividades sean útiles para los objetivos que ellas ofrecen. Estamos entonces, trabajando al azar, improvisando, solucionando problemas puntuales o siguiendo corrientes de actualidad. Buscamos soluciones más bien a oscuras o haciendo lo que parece que le resultó al vecino.
La buena noticia es buena, pero breve. Algunos elementos empleados en las prácticas antes comentadas pertenecen al ámbito de la psicologia de la conducta, especificamente al análisis de conducta aplicado. De allí podría decirse que "algo" podria resultar o que "algo queda". Pero el asunto de fondo permanece porque estos pocos elementos que apuntan a inducir cambios de conducta, se encuentran dispersos, no siguen un programa sistemático con objetivos claros y medibles. Como todo buen administrador sabe, lo que no se puede medir no existe. Y si no existe no se puede administrar.
Con la felicidad el asunto es inclusive, y si se quiere, más serio aun. No solo por la cantidad de recursos que se dilapidan sin saber muy bien para que, sino porque el asunto puede afectar a las personas y a su salud psicológica. No porque alguien piense que si no es feliz trabajando será despedido sino y especialmente, porque alguien puede considerarse infeliz, en un contexto en el que se supone debe ser feliz y ello afecta decidimente su bienestar.
La felicidad es un concepto, bastante de moda, y es filosófico más que psicológico y como tal ampliamente controvertido. No existe una definicion única de felicidad. De alli que la idea segun la cual la felicidad esta en el trabajo resulta extravagante e ilusoria. Nadie puede ser feliz todo el tiempo y la neurociencia ha mostrado diferentes hallazgos que desmienten una serie de creencias y mitos del sentido, supuestamente común, sobre la felicidad. Por ejemplo, hoy se sabe que el desánimo puede ser creativo. Sin embargo, si no se estudia seriamente este asunto con los especialistas y se sigue creyendo que para motivar a la gente ésta debe ser feliz, o a la inversa que aqui cabe todo, se podría llegar al disparate de crear una gerencia de la felicidad en la empresa.
Los datos muestran que una elevada satisfacción en el trabajo o un buen clima laboral solo se correlacionan en 0.40 (r de Pearson) con la productividad. Es decir, casi no existe relación o ésta no es significativa.
¿Porqué ocurre todo esto a espaldas de los especialistas o frente a su indiferencia?. Parte de la responsabilidad por todas estas prácticas equivocadas es de los profesionales de la conducta, los psicólogos del trabajo, que no terminan de asumir plenamente su rol de cambio en las organizaciones y emplear para alcanzar los cambios y las mejoras necesarias, los instrumentos cientificos de la ciencia de la conducta. Y el resultado es que esta clara necesidad de cambio y mejora de las conducta de las personas y su rendimiento en las organizaciones, ante la falencia de los especialistas, cae en manos de personas probablemente bien intencionadas pero cuyo desconocimiento del análisis de conducta aplicado les deja muy cerca de la charlatanería.
Desde los experimentos Hawthorne, realizados en la década de los veinte (del siglo pasado) que los psicólogos de empresa conocen los principios de conducta que gerentes y jefaturas bien informados, y sin necesidad de convertirse en payasos, pueden aplicar para dirigir a sus colaboradores hacia un trabajo eficiente y que les haga experimentar sentimientos de logro y bienestar, como producto del trabajo bien hecho. En nuestro reciente libro (2008) explicamos los resultados que se obtienen cuando se aplican los conocimientos obtenidos experimentalmente en el laboratorio a las organizaciones. Aunque en ese texto no hay salidas outdoor ni teatro se demuestra con datos obtenidos con nuestro trabajo en diferentes países, que en el trabajo se puede alcanzar la excelencia y también el bienestar cuando éste está dirigido por gerentes competentes en conducta humana. Si Ud. quiere hacerlo, a esa grata sensación puede llamarle felicidad.
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