Un estudio de seis años de duracion efectuado en la Universidad de Copenhague, sobre 4.573 personas produjo interesantes resultados sobre los efectos de las discusiones, conflictos y relaciones alteradas, en el riesgo de infartos.
El estudio fue publicado en el Journal of Epidemiology and Community Health.
Este trabajo demostró que quienes tenían roces y fricciones frecuentes con la pareja, con los hijos, con los vecinos podían dañar la salud del corazón.
El riesgo de sufrir angina de pecho aumentaba hasta en un 60% entre quienes regularmente se peleaban con algunos miembros del vecindario. El dolor torácico, la sensación de sofocamiento y opresión aguda podia aumentar cuando existian discusiones frecuentes con la pareja.
Una situación similar ocurre con las demandas de los seres queridos o las graves preocupaciones que les afectan, posiblemente por el componente emocional que esas preocupaciones conllevan.
El mecanismo parece ser el siguiente: cuando las personas discuten o se sienten exigidas por sus cercanos, las glándulas suprarrenales liberan adrenalina, una hormona que genera estrés en el organismo. La acción de la adrenalina aumenta la presión arterial y el ritmo de trabajo del corazón.
Este interesante trabajo es una demostración adicional, para el prevencionista, de la necesidad de estudiar de forma integrada los procesos de riesgo biológico y los de riesgo social, más que crear una falsa dicotomía entre ellos.
Por su parte, la tarea del psicólogo que trabaja en prevención de riesgos laborales, es entregar la tecnología conductual disponible para atemperar estas reacciones o gestionar las provocaciones sociales de manera inteligente, regulando las emociones, especialmente las negativas. Es decir,hay dos formas de controlar los nocivos efectos de un suceso de estas características: a) mejorando las habilidades sociales de las personas, por ejemplo, aumentar sus competencias críticas (no blandas), para enfrentar los roces sociales o las demandas excesivas, y b) emplear técnicas de entrenamiento de las emociones. Estas estrategias, entre otras dirigidas a elevar el autocuidado a través del autocontrol conductual, se encuentran en el Método PREMAC.
Para consultas sobre esta metodología puede dirigirse a: capacitacion@persist.cl
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